Resulta muy poco inteligente hablar de sucesos históricos pasados sin tener idea de ellos ni haberlos vivido siquiera desde la barrera. Resulta muy poco inteligente, muy poco lógico y muy poco ético. Lo propio sería callarse y, de estar interesado en el tema, leer a especialistas, historiadores, recopilaciones de hechos, estudios publicados, etc. Pero no; preferimos saltar a la palestra como leones que no tienen ni entendimiento, ni preparación para la lid en la que se meten. Y todo ello con un ardor que aumenta a medida que se ejercita. Resulta muy poco inteligente y da además muchísima pena, que gentes ignorantísimas se crean porque han visto un vídeo, han oído un rumor, unos comentarios, leen, si es que llegan a eso, dos noticias en un periódico, dichas gentes, digo, se enzarcen en discusiones acaloradas y sin sentido, puesto que no persiguen el diálogo ni el aprendizaje, sino únicamente la confrontación, en un intento burdo de autoafirmarse para paliar el sentimiento tan profundo de inferioridad que les produce el saberse poco menos que nada, una nada que, además, casi nada sabe y es, interiormente, muy consciente de ello. Es como si volviéramos el sentido del conocido adagio primum uiuere, deinde philosophare, a primero la vivencia y luego la reflexión, puesto que sin vivencia reflexionaremos solo en el aire, en la fantasía, en el constructo mental.
Primum uiuere, deinde philosophare