Ya que se impone la labor de desmontar mitos vamos a empezar por toda la nueva mitografía, tan extendida desde diferentes púlpitos en el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de abordar esta tarea hoy es que hay muchos para los que todo intento de frenar su verborrea, desvelar sus falsedades o cuestionar sus ideas supone una declaración de guerra que es automáticamente contestada con la acusación de criminalidad, como si sus ideas y posturas fueran la única verdad posible de un mundo en el que ellos mismos afirman que no hay verdad alguna. A ver como se sostendrá ese disparate lógico. Pero de qué lógica me habla usted si semejante palabreja pertenece al pasado ya caduco. Suena usted a viejuno. Lo moderno es la inutilidad pragmática del desentrañamiento de los lazos férreos de las estructuras moldeables de la percepción de la irrealidad. Está usted aferrado, estimado amigo, y no lo sabe. Yo se lo hago ver y por ello me hace usted una fea crítica. Muy mal, muy mal. Debe ser usted reeducado tras un proceso de desvelamiento para que sea consciente de su error. Y sobre el error no hay más que hablar; es error y punto.
El error