La mirada de la esfinge
Reflexiones, comentarios, poemas y otras composiciones
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AGRESIONES

Hay distintos tipos de agresión. La más evidente es la agresión física, aquella que supone que alguien nos golpee, con ayuda de un instrumento o simplemente con su mano. Pero hay también una manera de golpear con la palabra, que se convierte de este modo en mano agresiva de carácter espiritual, si bien la palabra es también física, puesto que no es del todo inmaterial: las ondas vibratorias son parte de la física de partículas. Pero dejando a un lado el medio que emplea, la palabra entra en el reino de lo espiritual, de lo que solo los humanos tenemos la llave y posibilidad. Asimismo hay un modo de agredir por parte de la realidad que nos circunda que hace referencia a los estados que nos producen pesadumbre y malestar, aquello que no nos agrada; pero esto no puede propiamente considerarse agresivo puesto que no es voluntario y la agresión, como su propio nombre indica (del latín ad-gradior, me dirijo hacia algo con intención de penetrarlo, de invadirlo), supone voluntariedad. Hay un modo de agredir que, si bien no es eminente y primordialmente voluntario, sí depende en cierto modo de la voluntad, que es ir, andar, moverse por la calle ajeno a las formas debidas de respeto al otro, bien sea en la vestimenta, bien sea en las maneras, en la conducta. Le debemos al otro un respeto a su otredad; no es yo, es un tú distinto a mi yo, que también tiene sus propias voluntad e intereses, sus deseos y pensamientos que no tienen por qué coincidir totalmente con los míos. De ese respeto deriva el que nos presentemos adecuadamente, que nos vistamos para agradar y no para ser repulsivos; que observemos normas de conducta para ejercer la amabilidad, de modo que el trato con los otros sea agradable y no repugnante, que no se haga la necesaria convivencia un infierno en lugar de un espacio para el disfrute y para el mutuo apoyo en el crecimiento espiritual y físico debidos a los seres humanos racionales. Todo esto ha ido gestándose durante milenios de vida humana en este mundo. Nadie sabe de seguro cómo surgió. Tal vez vino dado desde sus inicios. Vino de serie como el instinto en los animales. Lo cierto es que hay demasiadas muestras de coincidencias entre las distintas épocas y culturas como para no pensar que es así. Ha habido cambios; evolución también, si se quiere ver así. Pero la gran realidad es que no podemos permitirnos echar por tierra, prescindir de ello, so pena de hacer de esta vida un infierno por obra y virtud de nuestro actuar voluntario. El infierno son los otros, que decía Sartre, no se refiere, probablemente, más que a esto, a la mirada del otro que nos interpela y, a veces, nos agrede. Y yo diría que más que la mirada es la presencia, cuando esta no se sujeta a normas, a lo debido. Porque la existencia tiene algo de debido, nos reclama un modo de estar y de actuar. Quien no sea capaz de darlo, realmente lo mejor que puede hacer es quitarse de enmedio, que es lo que han hecho suicidas y eremitas. Nadie tiene derecho a imponerse a los otros. Realmente tiene poder, quien lo tiene, para hacerlo, siempre y cuando los otros o bien se lo consientan, o bien no les quede más remedio puesto que no son capaces de defenderse adecuadamente, por carecer de poder y de medios. Ha sido siempre así con las agresiones, las guerras, las situaciones de abuso, etc. Y probablemente seguirá siendo así y habremos siempre de resistirnos y luchar para liberarnos de aquellos que desean imponernos su voluntad lesiva. Siempre ha sido así excepto tal vez hoy. Hoy en día una masa ignorante de que es manipulada se pone en manos de quienes le ofrecen diversión y medios, fáciles de obtener por poco. Aparentemente, porque lo que reclaman es la atención, que vale tanto como decir tu lugar en la vida. Si como decía Bergson, probablemente vivir es atender, considerando como atender poner los medios para lograr algo, un bien, un conocimiento, una habilidad, entonces la sustracción de la atención mediante modos de distracción es un robo de la vida misma. Pero ¿quiénes quieren darse cuenta, si lo que se ofrece es panem et circenses, es decir, diversión y escapismo de las dificultades del vivir? Es una fantasía, porque realmente no se eliminan dichas dificultades, pero es una fantasía en la que evadirse mentalmente. Ahora bien, no se puede vivir una vida en la mente. Antes o después es necesario afrontar las dificultades reales del vivir, es necesario comer, habitar un espacio, relacionarse con los otros, trabajar para obtener dinero con el que sufragar los gastos derivados de la existencia. Y ahí es donde los parlanchines captadores de atención hacen su negocio, donde prometen lo imposible a masas incapaces de razonar debidamente, donde les dicen que tienen derecho a tales y cuales medios que los otros les roban; que tienen derecho a recibir, pero ningún deber que cumplir, nadie quiere hablar de deberes y obligaciones porque nadie quiere abordar las dificultades necesarias e inapelables de la existencia. Vivir es gozar y vivir es penar. Hay un tiempo para todo como bien se lee en el Eclesiastés, tiempo de amar y tiempo de odiar, tiempo de gozar y tiempo de sufrir (3, 1-6: «Todo tiene su momento oportuno; hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: tiempo para nacer y tiempo para morir; tiempo para plantar y tiempo para cosechar; tiempo para matar y tiempo para sanar; tiempo para destruir y tiempo para construir; tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo para estar de luto y tiempo para baila; tiempo para esparcir piedras y tiempo para recogerlas; tiempo para abrazarse y tiempo para apartarse; tiempo para buscar y tiempo para perder; tiempo para guardar y tiempo para desechar; tiempo para rasgar y tiempo para coser; tiempo para callar y tiempo para hablar; tiempo para amar y tiempo para odiar; tiempo para la guerra y tiempo para la paz»). Pero mucha gente hoy no quiere oír nada semejante, solo quieren lo que les agrada y nada de lo que les perturbe. Y eso se contrapone con la experiencia de los real. Y como esa experiencia produce malestar, miedo, angustia y rechazo consiguiente, se buscan las formas de apartarlo, de neutralizarlo, de eliminarlo. Y como eso no es del todo posible, dichos humanos caen en las distintas formas de hundimiento moral, espiritual y físico, habiendo pasado antes por la especie de muerte en vida que son las distintas formas de evadirse de la realidad. Han creado hasta una realidad virtual, en la sumergirse y divagar.

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