¡Hay que ver! Nos empeñamos en que sea nuestro criterio el que prevalezca y así nos va. Quien está a mi lado tiene que hacer lo que a mí me parece o se me antoja. Y todo eso camuflado en varias suertes de pactos, dinámicas, modos de proceder. Todo para enmascarar lo mismo: el miedo que tenemos a descubrirnos y aceptar que no pasa nada por ceder y dejarse llevar un poco.
Tenemos una pareja estupenda que casi nos adivina el pensamiento. Pues ¡noseñor! Siempre hay motivo de queja, siempre buscando la confrontación, siempre buscando el fallo.
Tenemos unas condiciones de vida envidiables. Pues ¡noseñor! Siempre buscando la queja por cualquier cosa, siempre esperando más.
Tenemos los amigos que nos hemos buscado, que no están nada mal y son personas estupendas. Pues no, señor. Que si tal, que si cual, que si p’arriba, que si p’abajo.
Tú, no hace falta que perdones que te lo diga, eres un soberano memo, al que le está haciendo mucha falta que la vida le dé un par de ostias biendás en toa la jeta.