Hoy nos vestimos con harapos muy caros.
Pagamos una enormidad por cada roto,
por cada triza recosida de mal modo
y sin más valor que el que le damos
al pagar por él.
Inversamente
apenas le damos valor a la experiencia
y comerciamos fugazmente con el otro
en un afán por consumir instantes
y personas, almas huecas
o vaciadas. Todo un logro de modernidad.
